No sabía que la historia tuviese origen en un
libro. En serio. Pensé que únicamente existía la película y que con ello ya
tenían bastante rompiendo nuestros corazones para siempre. Pero no. Se había
escrito previamente un libro que, si cabe, rompe en trozos todavía más pequeños
nuestro corazoncillo maltrecho.
Sorprende que el libro sea tan fino, tan poca
cosa, y que tenga en su interior tanto mensaje, tanta reflexión y que haga
tanto daño.
He visto la peli hace años (en el instituto para
ser más exactos) y me dejó una sensación agridulce que he vuelto a revivir
ahora al leer la historia de Todd, Knox, Charlie, Neil y los demás.
Es un libro para los amantes de la vida, para
los que piensan distinto, para los que van a contracorriente aunque les cueste
la vida. Sin embargo, es una historia de doble filo para todo aquel que haya
podido advertirlo: no sólo nos habla del carpe
diem y de exprimirle el jugo a la vida, sino que nos invita a reflexionar
si vale la pena llevar esa forma de vida hasta sus últimas consecuencias. ¿Todo
en esta vida debe ser moderado, incluso las ganas de vivir? He llegado a
percibir un resquicio de moraleja en esta historia, una vocecilla susurrante
que advierte: “todo en su justa medida”, “cualquier cosa en exceso nos
destruye...”.
Para aquellos que no hayan visto o leído la
historia del club de los Poetas Muertos, os cuento un poco el escenario del que
partimos:
En el internado Welton para chicos todo se rige
por la disciplina, el orden y la tradición. No hay cabida para la improvisación,
el arte o el disfrute de la vida, pues los chicos que allí estudian tienen como
único objetivo obtener una buena calificación para poder entrar en las mejores
universidades de EEUU. Bueno, más bien, es el objetivo de sus padres. Los
chicos sólo quieren hacer lo correcto y no contrariar a sus progenitores.
Todo cambia cuando al inicio del curso se les
presenta el nuevo profesor de literatura, el señor Keating, interpretado en la
película magníficamente por Robin Williams (Rob, we’ll always miss you). Puede
que sea porque estoy acostumbrada a ponerle ese rostro, pero no se me ocurre
ningún otro actor que pudiera haberle dado vida a este personaje de forma tan
brillante.
El señor Keating trata de mostrar a los alumnos
una perspectiva distinta de la vida, invitándoles a que piensen distinto y a
comprender el verdadero significado de la poesía.
Nancy H. Kleinbaum, la autora de esta novela,
nos regala párrafos memorables, como el de la escena en que el señor Keating
lleva a los chicos a ver fotos de antiguos alumnos, y refiriéndose a éstos,
dice:
“- ¿No habrán esperado demasiado antes de
llevar a cabo una fracción de aquello de lo que eran capaces? Al adular en exceso a la diosa todopoderosa
del éxito social, ¿no habrán vendido baratos sus sueños de infancia? ¿En
qué caminos trillados, en qué mezquindades quedaron empantanados sus ideales?
La mayoría de ellos están hoy criando malvas. Pero si escuchan ustedes con
atención, señores, podrán oír que les susurran algo. Vamos, no tengan miedo,
acérquense. ¡Escuchen! ¿Oyen ustedes su mensaje?
Los chicos no hicieron un solo
ruido, llegando hasta a contener la respiración. Algunos se inclinaron con
timidez hacia las fotografías.
- Carpe diem – murmuró Keating con voz de ultratumba -. Aprovechen el día presente. Que sus vidas sean
“extraordinarias”.”
Es desgarrador darse cuenta de la razón que
tiene. Vivimos en un mundo en el que, si no vas a la universidad, parece que
has fracasado y que tus padres deben avergonzarse de ti. ¿Qué sucede si quieres
ser cantante, actor, escritor...? Es difícil llegar a serlo por supuesto, como
todo lo que vale la pena en esta vida, pero no por ello tenemos que renunciar a
ello, como bien dice Keating.
Por otro lado, la novela también nos ofrece otro
enfoque sobre esta reflexión. En un momento dado, Charlie, que es el más
temerario de la pandilla, lleva a cabo una gamberrada que puede costarle la
expulsión, ante esto, el señor Keating le regala estas sabias palabras:
“Charlie entornó los ojos.
- ¿Cómo? ¿Así que está usted en el
bando de Nolan? ¿De manera que olvidamos carpe diem y lo de sorberle el jugo de la vida y todo
lo demás?
- Sorberle el jugo a la vida no significa que haya que atragantarse con
el hueso. Sepa usted que hay un momento para la audacia y un momento para la
prudencia, y que un buen marino ha de saber dar bordadas.”
Como es costumbre saludable en este blog, no
puedo hablar de un libro sin analizar sus personajes. Los que me han dejado una
huella más profunda han sido Charlie Dalton, Knox Overstreet, Cameron, Neil
Perry, Todd Anderson, y el señor Keating. Todos ellos por diferentes razones.
Charlie es el audaz, el aventurero y a veces el
arrogante del grupo. Está muy seguro de sí mismo y nunca se da por vencido. Si
tiene que defender una idea, lo hará cueste lo que cueste. A pesar de la
vanidad que muestra en ocasiones, es uno de mis personajes favoritos porque es
sincero consigo mismo, nunca cambia el rumbo de sus acciones en función de las
opiniones de los demás. Él hace lo que considera oportuno y me parece que es
uno de los más valientes y locos de los Poetas Muertos.
Knox representa la ternura, la sinceridad y la
bondad. Y, en ocasiones, la inmadurez. Sus experiencias amorosas os arrancarán
más de una sonrisa y también os darán ganas de darle alguna colleja (quien
conozca la historia probablemente sepa de lo que hablo). A lo largo del libro
sólo deseas que todo le vaya bien.
Cameron es un personaje que todo grupo social alberga.
Siempre hay alguien que es la voz del deber, de la conciencia, que a veces
entra en conflicto con la lealtad y con el respeto a uno mismo. No quisiera dar
más detalles para no spoilear.
¿Qué puedo decir de Neil Perry? Es la luz que
brilla en la desesperanza, en la monotonía de la vida, él cree que ahí fuera
hay un mundo mejor que le espera repleto de oportunidades que esperan ser
vividas. Es la imagen pura y simple del carpe
diem, de un carpe diem tan
intenso que es casi imposible de llevar a cabo sin caer en la desgracia.
El señor Keating es el hilo conductor que da
sentido a esta historia. Sin él, no habría nudo ni desenlace. Es él quien abre
un mundo nuevo a los chicos y les enseña que no todo en la vida es estudiar y
trabajar. Les explica que hay cosas que no se puede explicar, como la poesía; y
que lo que nos hace únicos es precisamente nuestras diferencias con los demás:
“- Señores, todos llevamos en nosotros este
deseo de ser aceptados; pero traten de estimular lo que tienen ustedes de único
o diferente, incluso aunque por ello sean tachados de excéntricos.”
Por último, se encuentra Todd, interpretado en
la película por un jovencísimo Ethan Hawke.
Para mí, es el personaje que más evoluciona.
Comienza siendo un chico tímido, triste, que casi no habla, y acaba reflejando
una valentía, lealtad y firmeza que ninguno de sus compañeros es capaz de
demostrar. No lo digo como una crítica, pues todos son adolescentes todavía
sometidos a la autoridad de sus padres, pero Todd supera todas las barreras.
Sin embargo, considero que todos ellos son
héroes. Es muy duro ir a contracorriente y hacer lo contrario a lo que se nos
pide para seguir nuestras propias convicciones, sobre todo cuando se es joven.
Denota un coraje y una seguridad de la que todos deberíamos aprender.
Señora Kleinbaum, gracias por su novela. No es
fácil trasladar una historia así en tan sólo 166 páginas, pero usted lo ha
conseguido.